Voy a tocarme esta noche
Es de noche en mi apartamento y no hay nadie aquí más que yo. Llueve a cántaros en mi ciudad. Aguacero, le llaman. Tengo esta imagen indeleble en mi cabeza. Diría inclusive que la imagen se forma en el horizonte visible desde mi ventana con las gruesas gotas de lluvia que caen violentamente contra el suelo guayaquileño. No hay duda, la imagen, su imagen cobra mayor claridad y definición en la lluvia. Es ella: sus grandes ojos verdes, acompañados de su sedoso cabello lacio, tan negro como mi alma. En aquella ocasión, era 29 de febrero. Ya de por sí, era un día inusual, pues sólo hay días como aquel una vez cada cierto número de años... En fin! ahí estaba yo, acabado de retornar entregando una máquina que reparé y estaba tomando el elevador que me bota directo afuera de mi apartamento. De repente, un antebrazo impidió que las puertas del ascensor terminaran de cerrarse y fue ahí cuando la vi. Las puertas del elevador vuelven a abrirse para revelar ese par de ojos. Son gr...